Nací en Santomé
do Mar en una fría noche de noviembre de 1956.
Una niñez dorada que ancló mi infancia a barcos, arena y mar. Un día, con pocos añitos, vi "un pintor" en la alameda, que fue como una mágica aparición. Y allí renací.
Luego de otras moradas, estudios y formación, a mis catorce años decidí ser pintor. Pero hubo desacuerdo con mi progenitor, típico aún hoy. Tras dejar estudios a los dieciséis, me dieron la oportunidad de formarme para otra pasión, que son los motores de barco. Intentaba sobrevivir mientras compaginaba las fatigas y tristezas del arte y el mar.
Llegó el matrimonio y los hijos. La lucha vital y constante con sus riesgos. Y otra vez, el destino me empujó a dejar el mundo marítimo, por límites de salud. Mi columna dijo basta. Y así a los 41 años me di de bruces con la vocación primaria, lleno de temor, a dedicarme a lo que adoraba. Y aquellos esfuerzos por aprender nuevas técnicas y poder transmitirlo, me animó a entregarme a la pintar y dar clases ante un horizonte incierto. Con ese esfuerzo necesario de emprender mi propio negocio, llegué a consolidar y dirigir esta academia con gran pasión.
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